¿Cuál es la verdadera finalidad de la educación?

En estos días de verano, aunque pueda parecer un poco ‘masoca’ aprovecho para avanzar temario de aquellas asignaturas que pueden llegar a ser un lastre a partir de septiembre. Ahora bien, que sean un lastre no quiere decir que no sean útiles o interesantes, pero por su propia naturaleza suelen ser asignaturas que tienden a acumular mucha materia que es conveniente organizar con calma e ir cogiendo perspectiva.  Una de ellas es la asignatura de Organización Escolar, que trata de cómo se organizan los centros, el sistema educativo y otros aspectos de naturaleza orgánica de la enseñanza.

Como era de esperar, uno de los temas está orientado a adquirir una visión exhaustiva del marco jurídico en materia de educación. Hablando en plata: conocer la LOE, la LOMCE y sus diferencias.

Lo curioso del caso es que no me sorprendió encontrarme que la filosofía es una asignatura perteneciente al bloque de materias específicas en la ESO con carácter opcional. Por otra parte, tampoco me asustó – debido a la incesante anestesia de los medios de comunicación – que la asignatura de lengua cooficial y su correspondiente literatura sea una materia de libre configuración.

Pero sí que ha habido algo que me ha dejado de piedra … la finalidad del sistema educativo, es decir, del aparato que permite llevar a cabo una formación reglada en nuestro país. Echadle un vistazo al siguiente esquema (haced clic sobre él para ampliar el tamaño y también ver la fuente) que ilustra al detalle todo el contenido orgánico que establece la LOMCE para estructurar nuestro sistema educativo:

Esquema de la organización del Sistema Educativo de la LOMCE
Esquema de la organización del Sistema Educativo de la LOMCE

¿Es posible que la finalidad de toda la vida académica de una persona  se oriente exclusivamente a acabar en el mercado laboral? Si es así, ahora se me empiezan a esclarecer todas las dudas que tenía sobre por qué las personas estan dejando progresivamente de creer en las posibilidades de la educación. ¿Cómo es posible que toda la vida de un estudiante sea una mera preparación para una cosa tan mundana y pueril como el mercado laboral? Sí, ese mismo mercado laboral enfermo, destruido por la codicia y la ambición en donde ya casi nadie cree que el trabajo – y no el hecho laboral – sea algo más allá de un medio de subsistencia o un vehículo para la explotación de lo ajeno (ya sean personas o recursos naturales).

En conclusión, nuestros alumnos, nuestros hijos, parece se que no inician una vida académica para crecer como personas, para desarrollar sus capacidades y su talento. Más bien es para que sean una pieza bien adiestrada que encaje en los intereses de un mercado laboral que ha destruido cualquier tipo de pasión por la realización personal en el trabajo; aquello que antaño nos dejaron como herencia y que nosotros hemos dejado caer en la más oscuras de las decadencias.

Absolutamente increíble.

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